De paseo por Santa fe de Antioquia

A solo dos horas de Medellín, en el occidente antioqueño, está Santa Fe de Antioquia; unos de los pueblos más bellos de la zona gracias a su arquitectura colonial, sus calles empedradas, sus costumbres ancestrales y sus personajes ilustres. Aun guarda en sus alrededores los 285 años en los que fue capital de Antioquia. Por esto y más, los invito a visitar este monumento nacional.

Llegar a Santa Fe es muy fácil, gracias a la conexión de Medellín con el túnel ‘Fernando Gómez Martínez’. La Carretera es muy agradable y segura y solo hay que pagar un peaje de $14.300.

Mi paso por la Ciudad Madre

Mi recorrido comenzó en el Hotel Mariscal Roblebo, ubicado en el centro histórico, al frente de la iglesia de Nuestra Señora del Chiquinquira y del parque de la Chinca.

Este hotel es uno de los más tradicionales y tiene una historia muy interesante.

«La casa fue construida en el siglo XVII. En ella vivieron, buena parte de su vida, la familia  del médico, gobernador de Antioquia y senador de la República: José María Martínez Pardo. También vivieron en ella la familia Martínez Barberi.

Al cumplir la ciudad  400 años, en 1941, el estado colombiano, le obsequió un hotel para que pudiese mostrar su patrimonio arquitectónico y cultural al turismo nacional e internacional.

En 1946, abrió sus puertas al público. Su nombre es en homenaje al fundador de la ciudad: Mariscal Jorge Robledo«.

Justo al lado del hotel, en la calle 10 Caldas, se puede apreciar una galería honorífica de personajes que han amado y servido a la ciudad con sus acciones. Ahí se ven reflejados 470 años de historia, de 1541 a 2011.

En el parque principal pase un buen tiempo. De ahí me llamó la atención las tiendas artesanales en las que predomina la venta de frutas típicas de la región: tamarindo, naranjas, carambolos y mandarinas, pero sobretodo de los dulces. El de tamarindo es muy rico, tiene un sabor ácido y es endulzado con azúcar. Así como los bombones de coco y el de arequipe. Predomina el tamarindo en todas sus presentaciones: dulce, fruta, concentrado de tamarindo que se utiliza para hacer jugos y salsas, incluso para condimentar las carnes.

No podía faltar el recorrido por los monumentos religiosos: Catedral Basílica Metropolitana, Iglesia de Santa Bárbara, Iglesia de Jesús Nazareno y el Museo de Arte Religioso Francisco Cristóbal Toro.

Este último guarda una valiosa colección de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX, así como una sala dedicada a la Santa Laura Montoya, quien desarrolló por 12 años su labor misionera en Santa Fe de Antioquia. La entrada al museo tiene un costo de $3.000.

1:00 p.m. Hora de almuerzo. En la Calle de la Amargura, justo al frente del Museo de Arte Religioso, está La Casa Solariega, que a su vez es restaurante y anticuario. Pero lo más bonito es la causa social que aquí se promueve en pro de los niños de veredas cercanas a Santa Fe.

Su propietario, Oliver De Pierpont, de nacionalidad Belga, sabe muy bien cómo atender a sus clientes. Tiene un conocimiento muy amplio de cada uno de los platos. Describe, uno a uno, los ingredientes y hace las recomendaciones respectivas de acuerdo al gusto del visitante.

Uno de los mayores atractivos, en cuanto a la comida, es la variedad de cervezas extranjeras. Así que aproveché para probar una cerveza precisamente belga, Liefmans Fruitesse on the rocks.

Es tremendamente buena. Perfecta para el calor de Santa Fe. Refrescante y ligera. Tiene un sabor entre la acidez y el dulzor que brindan la combinación de frutas.

En cuanto al plato principal, este fue traído directamente de Hungría: Rakott Krumpli: gratinado de papa con tocineta, chorizo, jamón ahumado, huevo duro, paprika, crema de leche, queso parmesano y queso gruyere.

Y para rematar, un helado artesanal, de Edelweiss, que está exactamente al lado del restaurante. Raphaela (una combinación de chocolate blanco, almendras y coco) y hierbabuena.

Después de ese suculento almuerzo, seguí recorriendo la ciudad, pero ya para finalizarlo. La oportunidad ahora fue para el Museo Juan El corral, en el que se puede apreciar elementos coloniales y republicanos, además de una variada colección de cerámica precolombina, arte religioso y objetos de la vida cotidiana de Santa Fe. Su entrada es gratuita.

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